6.12.11

La lectora, por Guybrush


A medida que se acerca fin de año, las rutinas se alteran, todos corren de un lado a otro, no sobra tiempo para nada. Por eso la lectora aprovecha que el chico que escribe más arriba en la revista Los martes miento (lo llaman o se hace llamar Guybrush) en estos días pasó de visita por aquí y escribió algo que… bueno, tiene que ver con leer. Y ella, ninguna tonta, se apropió del texto  -y de la foto- para su columna y así se toma vacaciones por este martes.

La lectora, por Guybrush 

Si bien es probable que en cualquier momento se necesite pasaporte y visa para entrar a Capital, por más que sea difícil de creer, vivir un par de cuadras más allá de la loma del traste tiene ciertos beneficios.
Ejemplos: en verano la gente aún se sienta en la puerta a tomar fresco, los vecinos se ayudan, el tránsito no es enloquecedor y si a un grupo de aliens se les ocurre atacar Buenos Aires, para cuando lleguen a mi casa yo ya me morí de viejo.  
Pero creo que lo mejor de vivir lejos es que uno puede leer mucho en los medios de transporte.
Sé que también puedo leer en casa (o en el baño del trabajo), pero colgarse con un libro en el colectivo o el tren tiene cierta magia. Cierta capacidad de acelerar el tiempo y de permitirte disfrutar del transporte público.
Escuchar música tiene onda, pero hay dos puntos en contra: digamos que no viajo en el silencioso TGV, así que el ruido del San Martín “enmascara” (por no decir “tapa completamente”) el sonido. Además, al escuchar música aún tengo los ojos “desocupados”, y mirar los dantescos paisajes del conurbano por la ventanilla no es muy motivador.
En cambio con un libro es diferente. Uno puede abstraerse completamente del mundo (después de asegurarse de que su billetera quede bien cubierta) y disfrutar. No mira por la ventanilla, el sonido del tren lo arrulla en vez de apabullarlo, practica equilibrio viajando parado y sosteniendo un libro pesado, se hace el intelectual con la chica de al lado, controla con más facilidad las ganas de masacrar al payaso que escucha música sin auriculares y no se distrae con los engañosamente tentadores y posiblemente fatales ítems de los vendedores ambulantes.
Compadezco a la gente que vive en Capital… porque no puede leer en el transporte público (al menos, no por mucho tiempo) y porque cuando lleguen los aliens van a ser los clásicos giles que mueren siempre al comienzo de la película, mientras el congreso explota en una bola de fuego y el obelisco se derrumba, en un simbolismo fatal sobre la caída de la civilización.
(Nota mental: cortar un poco con la Ciencia Ficción.)

"Leer es, para mí, no solo tener una idea de lo que dice el escritor, sino escaparse con él y viajar en su compañía."  André Gide, escritor francés.

2 comentarios:

Eme dijo...

Ah! este sí lo leí, pero en la revista!

La lectora dijo...

MC: síiiii, vi tu comentario en Los martes miento :)