23.10.12

La lectora en la estación




La lectora balancea el cochecito, por ende el libro va y viene. Es como una respiración: hacia adelante inspira, hacia atrás exhala. Un renglón para inspirar, el siguiente para exhalar. Va entrando en la novela con la somnolencia que da el acunarse. Cuando el tren llega, está tan abstraída que ni se da cuenta. El sonido de las ruedas del cochecito se integra perfectamente con el del tren sobre los rieles. El andén, hasta entonces vacío, se va llenando de gente. Entonces, ella recuerda dónde está y sube al primer vagón.

3 comentarios:

Betina Z dijo...

... y el tren es un buen lugar para seguir leyendo! La lectora nunca se detiene, y la pequeña lectora también se concentra en lo suyo ("dialogar" con un niño, un perro, un pájaro, quién sabe...).

Un beso

Anahí Flores dijo...

Betina Z: sí, el tren es un lugar tan ideal para leer que no es raro que nos pasemos de estación. Otro beso.

Malvona dijo...

Ah, qué buenos los libros, que nos acompañan siempre en nuestros paseos.

¡Hermosas las dos!