foto: Salvador Biedma
¿Cuántas palabras se llegan a leer entre el peldaño más alto de la escalera y el aterrizaje en el arenero? Las comas y los puntos traban la bajada. Leer en un tobogán da al texto un tono íntimo, casi de suspiro. La puntuación desaparece y las oraciones se exhalan de un tirón.
La lectora, que recién arranca con esta novela, se da cuenta de que deberá quedarse en la plaza hasta terminarla, a riesgo de marearse por tanto tobogán. (Una novela que se empieza en movimiento no admite que el lector se siente en un banco. Las palabras podrían estancarse.)
Qué lindo! me encanta como relatas tus lecturas ♥ Besos!
ResponderEliminarM.-