Limericks cariocas


(Caki Books, 2012)

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Contratapa de Limericks cariocas

Los Limericks cariocas de Anahí Flores nos invitan a recorrer distintos barrios de Río de Janeiro y a conocer a sus personajes. Con la cadencia que proporciona este formato poético, el Limerick -cinco versos y un esquema de rima muy preciso: riman el primer verso, el segundo y el quinto, por un lado; y el tercero y el cuarto, por el otro-, y con ilustraciones de Lucía Miranda, los poemas de Anahí Flores tienen la particularidad de envolvernos con un lenguaje suave, casi infantil.  Cada texto narra una historia, pero el conflicto que nos presenta queda en segundo plano, por más que se trate de la pérdida de memoria de un pueblo o de una señora muy mala que llena la vereda  con avellanas para que la gente se tropiece y se caiga: lo que aparece en primer plano, palpable y sólido, es la fiesta del lenguaje, lo lúdico, el humor.
Estos poemas, además de narrar en apenas cinco versos una historia o de presentar un personaje, nos dejan una sensación agradable: tal vez sea  por su frescura y por su combinación musical. Tal vez porque se trata de pequeñas piezas jugosas.



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Sobre cómo fue escrito Limericks cariocas

Este año (me refiero al 2011), entre el segundo y tercer mes de mi primer embarazo, no conseguía concentrarme por mucho tiempo en nada: ni leía libros largos ni le veía la menor gracia a escribir cuentos (cosa que hasta marzo había hecho sin parar). Disfrutaba más durmiendo. Me tentaban las cosas cortas, podría habérseme dado por escribir haikus, por ejemplo. Pero tampoco, porque tenía la necesidad de que lo que escribiera, fuera lúdico. Coincidió con que la editora de Caki Books me sugirió escribir un libro donde cada poema ocurriera en un barrio de Rio de Janeiro (ciudad donde viví cuatro años). Ni bien escuché la idea, me lancé a escribir. Fueron surgiendo de a uno por día más o menos. Luego vino la etapa de revisión con Diana Raschelli de Ferraris, Ricardo Bada y Miguel Sampedro, y mientras tanto estaba en la búsqueda de quien ilustrara el libro. Enseguida apareció Lucía Miranda, con quien ya había hecho algunos trabajos en conjunto. En el cuarto y quinto mes de mi embarazo, Lucía se encargó de que cada limerick tuviera su dibujo. En el sexto mes, la editorial diagramó, hizo la tapa, esas cosas. Y en el séptimo mes ya estaban los primeros ejemplares. Ahora estamos empezando el noveno... El mes que viene te cuento cómo sigue…

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Presentación del libro en Casa de Letras (2011)


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Sobre los limericks

Es un género bastante antiguo, de origen británico. No hay mucha teoría escrita al respecto, entonces no quiero ponerme a inventar verdades sobre el género, pero puedo decir que siempre tienen cinco versos, y que riman entre sí el primero con el segundo y el quinto, y luego el tercero con el cuarto (AABBA). Generalmente, en la primera línea se presenta un personaje, en la segunda se dan características de ese personaje, en la tercera y cuarta hay una determinada situación y en la quinta, un desenlace. O sea: casi un micro cuento. El desenlace no precisa tener sentido, la mayoría de las veces no lo tiene y es por eso que se habla del género “sin sentido”. Hay dos grandes corrientes: una más inocente e infantil, y otra casi pornográfica (en realidad podríamos sacar el “casi”), que surgió entre los borrachos en los bares ingleses e irlandeses. Se conocen limericks (aunque no llevaban este nombre) del siglo XIV, si bien fue hacia el 1800 que se volvieron más conocidos gracias a Edward Lear y su A book of non sense.

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Prensa

Rodolfo Lobo Molas, de CatamarcaPress, empezó una entrevista así: "Cuando la joven escritora Anahí Flores nos habló de sus Limericks -esa extraña palabra- nos contagió el deseo de saber más del género y de su propia obra. Y así fue que charlamos con ella sobre Limericks Cariocas, su última producción literaria." Para leer la entrevista completa, pasen por acá.

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Y, para terminar, un limerick de regalito. Elijo el del barrio donde yo vivía. Va con la ilustración de Lucía Miranda, tal cual aparece en el libro

Copacabana

Una vecina de Copacabana
de lo peor: celosa, arpía, enana,
a quien fuera a pasar
lo hacía tropezar
minando la vereda de avellanas.